martes, 7 de junio de 2016

Asian Games, escupitajo, Taxi Schumacher


A los 10 días de haber llegado a Corea del Sur, nos dimos cuenta que hace muy poco se dieron por inaugurados los Asian Games 2014, un evento multideportivo celebrado en Incheon la tercera ciudad más grande en Corea. Manuel (el de la foto) comenta que sería una buena experiencia conocer el estadio que alojaría a los juegos asiáticos, pues sin más, mi instinto aventurero llamaba por una nueva aventura, decidimos partir hacia Incheon.

Manuel me pregunta:

“Sabes dónde queda Incheon?”

Sonrió y le digo: “pues no, pensé que tu sabias” la pregunta llego en buen momento y buscamos una aplicación para el celular, lo bueno de estar en corea es que todo lo podemos encontrar fácilmente a través de cualquier aplicación de fácil descarga. 

¡Y así partimos!, son las 10 de la mañana a 30 grados centígrados con una humedad muy cercana al 90 por ciento, en la estación de metro de Chuncheon, (ciudad en la que en un par de semanas empezaríamos con el curso de idioma coreano), nótese que en este momento no sabemos ni una sola letra en coreano.

Cuando te vas a vivir a otro país, descubres que de repente algunas acciones cotidianas se complican más de lo esperado como comprar agua, recargar las tarjetas de transporte público, buscar la puerta de embarque y subir al tren, lo veía tan difícil, ya me veía en los próximos periódicos “dos latinos se pierden en Corea”.

Según la aplicación, estaríamos llegando a Incheon, en las próximas 4 horas. 

“ya estamos dentro del tren, no había vuelta atrás, más que seguir con el plan.” Pensé.


Llevamos ya 3 horas en el tren, siguiendo al pie de la letra la aplicación, eso pensamos, pues en algún momento olvidamos cambiar de línea y llegamos al final de una estación abandonada (ver la foto) y descubrimos (China town), recalculamos y vemos que el próximo vagón sale en 45 minutos así que decidimos esperar en la salida y seguir con el viaje. Tras 2 horas extra de viaje llegamos a la estación en Incheon.


“donde queda los Juegos Asiáticos?” pregunta Manuel a un par de señoras que estaban sentadas en las afueras de la estación, nadie sabía (de seguro porque su lenguaje de señas no fue muy claro).


Por un momento pensé q llegamos a una estación diferente. Justo en este momento un taxista se nos acerca y se ofrece llevarnos al estadio donde alojaría los juegos.

“gracias a dios, el lenguaje de señas es universal!” dije.


¡Y vimos algo asqueroso!!! Fue nuestra reacción al ver a muchos coreanos hacerlo. En Bolivia estamos acostumbrados a caminar y ver perros (algunas veces pisar caca de perro), pero no nos acostumbrados a pisar saliva de una persona.


Entonces alzamos la miraba sobre la acera y pensamos “Wow, ¿llovió aquí?" estamos acercándonos y era colección de escupitajos. La mayoría de los coreanos que usualmente fuman, y básicamente escupir es una tendencia para para marcar el territorio de la zona de fumadores. Es imposible no sorprenderse con algo que se hace en un baño y no en lugares comunes. Pero aquí no se puede encontrar las aceras todas desechas o caca de perro (como en Bolivia ahah), pero si se puede encontrar saliva y colillas de cigarro.

Esquivamos todos los escupitajos y subimos al taxi. Aquí en corea nos dimos cuenta que no todos los taxistas son malos, el servicio es relativamente económico y rápido. Por otro lado, muchos taxistas van por la carretera como si estuvieran tratando de escapar del Apocalipsis. Es sorprendente no ver accidentes en la calle… nuestro taxista no era la excepción tenía la licencia de conducir nivel Michael Schumacher, por poco chocamos dos veces.

Y además están los taxistas que se tratan de aprovechar de los clientes, especialmente si se dan cuenta que son extranjeros como nosotros con poco manejo del coreano. Y así llegamos al estadio, pagamos el viaje de taxi 20 dólares, y bajamos rápidamente antes que el contador cambie de cifra.

El estadio muestra un ambiente calmo, con todas jardineras a punto, esperando por la inauguración, instalaron un desfile de banderas, donde también buscamos la norcoreana y no dudamos en tomarnos unas cuantas fotos y obviamente el estadio de los Asian Games. 


Son las 4pm y debemos regresar por metro a Chuncheon, lamentablemente tomamos otro taxi, volvimos igual de rápido que el anterior con un pequeño detalle que nuestro conductor era una bomba de gases, o había bebido mucha gaseosa (una de dos), llegamos a la estación y aprovechamos para buscar algo que comer sin picante (en post futuro explicare sobre la comida coreana), esta era nuestra segunda semana aquí en corea y el menú que teníamos en la cabeza era un par de hamburguesas por el momento. 

sábado, 2 de abril de 2016

Busan, la playa y el huevo.


Son las tres de la tarde en la isla Geojedo al sud de Corea dentro un bus turístico, estábamos terminando la mini vacación, munhwasueob como le llamaban las profesoras, clases culturales traducido al español ofrecida por la instituto de idiomas, donde aprendíamos coreano.

Me preguntaba a que hora deberíamos bajar del bus, porque según lo planeado días atrás con un grupo de amigos extranjeros, habíamos pensado extender nuestra estadía tres días más con el fin de conocer el mar de este lado del país.

Asi que lanzo una mirada rápida a Nina la amiga serbia que se encuentra sentada asientos detrás, de personalidad dominante y segura del plan responde 

“Espera Paulito, queda 40 minutos”

Me tranquiliza saber que tenemos a Nina con nosotros porque si no estuviéramos tan desorientados como girasoles ciegos. Fong la muchacha que esta mi lado de apariencia tranquila pero con una mente nerviosa y astuta que controla cada movimiento y paso de los demás, no se encuentra en el grupo de aventureros. Su mirada libidinosa, hace que me sienta desnudo, así que ella disimula el momento de la despedida, se centra en tomarme las últimas fotografías junto a ella y guarda la cámara. 

Ya no espero el momento a bajar del bus, sonrió y le digo:

“adiós, nos vemos la próxima” 

Descendemos del bus, reviso mi bolsillo asegurándome que llevo todo encima y no, me falta el celular, corro al bus que ya partía, llego a mi asiento y busco el celular.

Lo encuentro el en canastillo del asiento al lado de la astuta Fong, sospecho que ella me oculto el teléfono, digo adiós nuevamente y escapo.

Estamos ocho extranjeros provenientes de la India, Marruecos, Jordania, México, Serbia, Chile, Argentina y Bolivia, nuestra pequeña “ONU” en medio de la terminal sedientos de una nueva aventura, haciendo cola entre coreanos que apestan a soju y kimchi, y abuelos con mochilas listas para realizar caminatas con todo el implemento de alpinista listos para llegar hasta el Everest si se lo proponen.

Compramos el ticket de camino a Busan.

“a qué hora debemos subir?” pregunto. 

“OMG! It’s late!” responde Nina.

Todos empezamos a correr porque estamos a solo 5 minutos de perder el bus, nos dirigimos a la puerta de salida y subimos.

El bus partió a las 3:56 de la tarde, ni un minuto más tarde, lo que me tranquilizo fue que todo parecía funcionar cronométricamente, porque aquí en Corea el ser puntual es tener un alto sentido de la responsabilidad. Es una costumbre que contrasta habitualmente con la actitud de ciertas nacionalidades como la boliviana. 

Reviso nuevamente el teléfono y sigue en su lugar. 

Llegamos a Busan con cielo despejado y una brisa característica de la costa, exactamente a las cinco de la tarde. En el autobús procedente, una chica coreana se tomó el tiempo de hablarnos y nos dijo que el verano es la temporada perfecta para visitar la playa, el único mes donde se pueden admirar coreanas que rodean la playa. 

“Maldición sabía que debería venir la siguiente vacación”. Pensé, pero la playa no es lo único que se puede visitar. 

Tan pronto como salimos de la terminal Belen de Chile agarra la Tablet y declara que es mejor ir andando, los chilenos son así de decididos. Casi protesto, por cinco mil wons podemos llegar al hotel en taxi, pero reconsidero. Se necesita más energía para hacer cambiar de opinión a Belen que para llegar al hostal.

Al día siguiente salimos muy temprano para luego dirigirnos Haeundae a la playa, lo bueno de deambular por las calles que nos lleven a la playa, es que encontramos por un mercado tradicional coreano y nos encontramos con uno puesto de venta bastante peculiar donde veo huevos negros.

“Cuánto cuesta?” pregunto. 

“Dos por setecientos wons” responde la ajumma (así las denominan a las mujeres mayores que trabajan en la casa o venden productos en las calles, Señoras).

Me doy cuenta que Mohammed de Jordania tomo uno de los afiches turísticos del hostal, y viene leyendo. Trato de no perder mucho tiempo y seguimos con nuestro camino a la playa. Tal como Nina lo planifico llegamos a la Haeundae.

Si se quiere tener una estancia tranquila no lo tendrás, muy pronto serás abordado por coreanos que rara vez ven un extranjero y se tomaran una fotografía a lado tuyo. No hay manera de que no sientan curiosidad por ti. En cierto momento Julieta de argentina decide que es hora de almorzar y nos ponemos en búsqueda de un lugar adecuado pero no podemos decidir que comer.  
“Mohammed tiene un mapa!” respondo. 

Como cualquier árabe que siempre cree tener la razón, ya me esperaba que sucedería no sé por qué lo seguimos escuchando (meses despues se convierte en mi compañero de cuarto, gran historia!).

Mohammed toma nuevamente el mapa y pronto nos perdemos y, mientras Mohammed anuncia que el mapa es una mierda (palabras exactas), aprovecho para sacar unas fotos y videos a nuestro alrededor y por supuesto a los siete desesperados con un mapa pirata.

No parece una de las mejores zonas, todos los restaurantes tienen el acuario donde tú les indicas los peces que quieres y ellos los sacan con la red y te los preparan en el momento y a Nina no le agradaba la idea.

Pero tras un momento de incertidumbre todos decidimos comer hamburguesas.

Para nuestra sorpresa encontramos un lugar cercano, y las hamburguesas son relativamente asequible (teniendo en cuenta que es Corea y que si queremos comer carne es muy caro). Así que pido una hamburguesa americana.
Como echábamos de menos la carne!

Después de una larga espera. Efectivamente el “home made” que anunciaba en la puerta no engañaba y acabo comiéndome la que seguramente es la mejor hamburguesa que he probado en Corea, cosa no muy difícil. 

Más tarde después de un buen descanso. Ese sentimiento de aventurero descubridor me hizo querer conocer más de esta ciudad así que planeo escabullirme del grupo, sin buenos resultados todos los chicos me siguen y vamos a un paseo sobre las rieles.
Y así fue! Llegamos a muy cerca de Haeundae, donde encontramos las antiguas rieles por las que circulaban la línea de trenes en corea, ahora ya convertidos en un paseo turístico. Estamos caminado exactamente al borde del mar se dónde desde lo más alto se pueden ver las aves, y el golpe del agua sobre las rocas y la ciudad como fondo. Era algo que no habíamos hecho hace mucho tiempo! Pasear.
Después caminar y contentos ya con nuestra visita a la Busan, decidimos emprender el camino de vuelta a la terminal de buses. Justo en este momento me recomiendo a mí mismo:



Volver el próximo verano!

Pd: agrego algunas fotos y video.